Podría perderme. Todos los días, caminando bajo esa luz entre azul y naranja que lo baña todo justo antes del amanecer. Y jugar a enredarme entre los renglones vacíos de aquella canción olvidada en un cajón, al fondo a la izquierda, entre aquella pluma con la que escribiste tu primera carta, y veinte fotos salpicadas de huellas de carmín.
Jugaríamos a volar por la carretera, viendo pasar todo a nuestro alrededor. Sin nada más a lo que agarrarnos que la brisa cálida de esta noche de enero.
Jugaríamos a volar por la carretera, viendo pasar todo a nuestro alrededor. Sin nada más a lo que agarrarnos que la brisa cálida de esta noche de enero.
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